martes, 16 de octubre de 2007



Sentí un adiós en mi inconsciente
y mis huesos me asfixiaban,
y mis manos se exprimían.
Y sólo entonces logré encontrarme
en el vacío de los tiempos,
de los días vida,
que no dejan de fluir.

Entonces tuve que escurrirme
en el balde negro de la ausencia.
De los que negaron la existencia
Que ya nunca fue tan absurda
como el día en que no me vi
nunca más.

Y las horas se dormían
suspiradas horas secas
que sueñan una vida, de encierro y paredón.
De sangre y nieve y sol.

Y los días que las buscan
entre cadenas de estalactitas y azares cotidianos,
a esas horas pérfidas que,
fatídicas,
los dejaron solos
conmigo
y nadie más.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

los dias son un rejuntes de horas...

nunca se separan...


nunca estas solo.

d dijo...

entonces las horaas serían un rejunte de minutos, y los minutos un rejunte de segundos. y estos a su vez serían un rejunte de milésimas de segundos. y así ad infinitum.

o hasta la nada..

Anónimo dijo...

o hasta el todo..


podes sentirte infinitamente solo.... pero tambien tenes la posiblidad de sentirte infinitamente acompañado... por el dia.. por lo minutos y por las milésimas de las milésimas....


todo depende de lo que quieras hacer con tu tiempo.

Anónimo dijo...

Ok. Me gusta aunque sea negativa.
Después me la explicás bien...