sábado, 23 de octubre de 2010

Hermeneutica del rock


Parafraseando a Nietzsche podemos decir que no hay canciones, hay interpretaciones. Tengo ganas de decir algo sobre uno de los temas más exuberantes del rock en español: Bendecida, de HdS. A simple vista parece una historia de amor. El primer eslabón de la trilogía que culmina con La chispa adecuada. Pero veamos si no hay una vuelta de tuerca posible, escondida entre esos acordes distorsionados.





Bendecida


si la primera mirada es la que vale
- esto ya lo enseñan las madres -
recuparé la cordura
hacia una fosa común, cosidos a preguntas.



La primera mirada vale, claro que sí. No es "LA" que vale, pero sí es una aproximación axial, la base de lo que después construiremos. Lo que aquí queremos construir es el edificio del amor, del sexo, de la pasión, de la alegría y de la tristeza, de la vida y la muerte.

Un amor a primera vista (algunos hombres creemos en el amor a primera vista, pero lo llamamos de una manera un poco menos romántica y más hormonal) puede devolvernos la cordura. La cordura de dejarnos fluir hacia la locura. El loco y el cuerdo, cuando enamorados, son el mismo.

Hay dudas, interrogantes, preguntas. El amor es así, incierto. Las certidumbres no van de la mano con el amor. El amor es temor de perder, y acabar en una fosa común. Asedio de preguntas.


agrio es el sabor de la noche en abandono.
será el día en que inicie el retorno.
me estorba la memoria,
los sentidos me distraen y se equivocan.


El abandono es lo más parecido a la muerte que podemos sentir. Es un ensayo de la muerte. Pero no importa, porque estamos envueltos en una relación tempestuosa, desde la que retornaremos a la vida. La memoria, los sentidos, la realidad, todo eso no nos importa. Vivimos en un mundo alucinado. El amor es la droga. Los enamorados están dopados. Y si al coctel químico que libera el enamoramiento sumamos ciertas sustancias, todo se torna aun más interesante. La realidad ya no es la que percibo a través de mis sentidos. La realidad es lo que solo yo siento.


en las aguas de la certeza
nos hicimos la promesa de las aguas de pokara,
"y el perfume que emane del sexo
se fundirá en nuevo grito".



La promesa la hacen los cuerpos, y sus palabras son los placeres. Y, en realidad, en las aguas de la certeza abundan los naufragios. La única forma de no naufragar aquí es aferrarse a un cuerpo. Encontramos una única respuesta a las preguntas que nos asediaban al principio: el sexo y sus perfumes.


nunca he confiado en los labios muy finos,
de ellos huyo como un fugitivo.
y amansas el oleaje
que rompe contra mis venas, purificas el aire.


Las mujeres de labios finos son mentirosas. Nosotros también. El amor es una mentira. Parece que volvemos a tener dudas. El amor es una mentira, sí, pero es una mentira que vale la pena ser creída y vivida. Nos reconciliamos con el mundo, con los labios finos. Esta dialéctica es permanente. Huyo para luego dejarme amansar.


de las brasas de una constelación
al mundo perecedero,
bendecida fue la causa de mi fortuna.
y de la tierra perdida en la infancia
al mundo perecedero,
bendecida fue la causa de mi fortuna



Hubo fuego, la constelación fantástica que fundió dos cuerpos ha quedado reducida a brasas. No hay mas remedio que volver a esta realidad sensible, sucia y perecedera. Pero el fuego que alguna vez existió ilumina la mugre del mundo. Es una especie de luz que dejamos encendida en el tunel de nuestra vida, y que ilumina, con luz tenue, nuestro camino. Es la única manera de darle sentido a nuestros días.

El paraiso perdido de la infancia son los primeros momentos del amor. Cuando uno se vuelve adulto anhela aquellos días donde la mayor preocupación era ganar un partido de fútbol. De la misma manera, el amante anhela el paraiso perdido. El amor no dura para siempre. Vivimos en un valle de lágrimas, y más vale ser conscientes de este hecho del mundo. Solo así aprendemos a valorar los momentos fugaces de felicidad que la vida nos regala.

No lamentamos el dolor. Bendecimos la causa de nuestra fortuna.


algo que no me han consentido
y que ahora busco entre tus huesos,
algo que desde tan lejos
creí que no era,
creí que no era mi estilo.


El final es siempre fatal e inevitable. No es divertido buscar entre tus huesos. Pero es un sacrificio. También es un deseo de ser correspondido. De ser reconocido. Un deseo de otro deseo.


cuando abandones tu sueño
sabrás que has muerto
y los gusanos siempre están hambrientos.
oriente no cree en el sarcasmo
que antaño nos gobernó,
soy el león domado.


Los gusanos es la muerte, es claro. La muerte en vida de los muertos vivos que ya no sueñan. De los que han anulado su deseo. Los gusanos son una amenaza, y tarde o temprano deborarán nuestro cuerpo. Eso lo sabemos. Pero depende de nosotros evitar que empiecen a hacerlo mientras aun estemos vivos. La unica manera de mantenerse con vida es soñar. Pero no soñar en un mundo ficticio, ya no vivimos en la fantasía. Ya estamos en el mundo sensitivo, perecedero. Pero de todos modos soñamos.

No se trata de anular el deseo, como algunos orientalistas occidentales pretenden. El león no pasa veinte años mirando su propio ombligo para llegar a la anulación del yo. El león domado no reniega de su deseo, de su instinto, de su animalidad. Lo reconoce y lo satisface, tantas veces sea necesario. Vivir no es mantenerse respirando. Vivir una vida vital es expandir el propio deseo.

Afortunado aquel que pueda vivir una vida en expansión constante, por doloroso que pueda resultar.