lunes, 10 de enero de 2011

ciego de verano




"I woke up this morning
got myself a gun"



Estás viendo Los Soprano, tu nueva serie favorita. Está muy bien hecha y te sirve para olvidarte del calor, las cucarachas, y del vacío. Hacía mucho que no te quedabas enero en Buenos Aires. Hace, por lo menos, diez años que te venís escapando del enero porteño. Siempre vas a algún lugar. Adonde sea, pero te vas. Cualquier sitio es mejor que este. Pero este año no. Este año preferís pasar una temporada en el infierno, llenando el tiempo, vaciándolo. Matándolo. Te anotás en el gimnasio, en un curso intensivo de alemán. Empezás terapia. Escupís canciones. Todas tristes, ninguna demasiado buena. Lees libros de 700 páginas en 1 semana, como Bomarzo o Por quién doblan las campanas. Hay tanto tiempo que ocupar, tanto espacio que llenar, que te sentís agobiado. Tan agobiado que esta mañana cuando se largó a llover saliste de la clase de alemán y te paraste en medio de la calle mirando al cielo. Sintiendo las lágrimas por dentro, pero sabiendote incapaz de largarlas. Ni siquiera llorar podés.

Estás viendo Los Soprano y te divierte ver cómo Tony llena de agujeros el cuerpo de una rata, de un alcahuete. Nada peor que un alcahuete, decía Borges. Tenía razón. Creo que si existiera un paraíso, habría lugar para asesinos, para chorros, y puede que incluso para violines. Pero no para los alcahuetes. Tony Soprano sabe que al alcahuete hay que eliminarlo, incluso si es su mejor amigo o su hermano. Y lo elimina con sus propias manos. Y después zafa de la cana, porque la serie anda bien y no da que el protagonista caiga en cana con perpetua o lo maten.

Estás viendo Los Soprano con un olor a chivo terrible. Hace un rato volviste del gimnasio y te dio fiaca bañarte, y ya es de noche y de noche no te gusta bañarte. Llega la comida y comés sin hambre, y tus viejos ponen Gran Hermano, y vos no ves la hora de irte a vivir solo. A fin de año, pensás. Quizás el próximo.

Es enero y se derrite Buenos Aires, y vos estás viendo Los Soprano. La esposa de Tony está cocinando para él. Le gusta escuchar a Andrea Bocelli mientras corta la cebolla para la salsa pomarola. La mina llora. Llora por la cebolla, y porque sabe que Tony tiene una amante. La canción es esa de "Con te partiro". Cuando termina el capitulo la buscás en YouTube y la escuchás un par de veces. Después prendés la radio. No es la radio de rock que escuchás siempre. Es una radio cualquiera. Pasan pop, clásicos de los noventa. No está tan mal.

Estás escuchando la radio y te acordás de la última piba con la que estuviste. Fue hace unas semanas, la conociste después de cortar con tu novia, y la invistaste a salir sin pensarlo demasiado. Necesitabas llenar el tiempo, ocupar espacios, casilleros que habían quedado vacíos. Prendés un Parissienne y te colgás mirando el humo salir por la ventana de tu cuarto. No hubo mucha onda con la piba, la viste un par de veces y después se cortó. No te importó. De hecho, hace tres meses que nada te importa demasiado. Que nada funciona como debería. Que nada sucede como vos esperás. Sos como el Rey Midas, pero al revés: todo lo que tocás se pudre. Nada te sale. Tampoco podés llorar, ya dije eso.

Estás escuchando la radio y te ponés a pensar en tu ex novia. No entendés si fue ella la que te dejó a vos, o si fuiste vos el que hizo todo lo posible para que ella te dejara. A veces la extrañas, y todo se transforma en una nébula, en un sueño. Como cuando falleció Kirchner y fuiste a la plaza, con ella, y todo parecía un sueño. La realidad tomaba otra textura, otro espesor.

Estás escuchando la radio y te quedás medio dormido en el sillón. Tomaste tres vasos de whisky y tenés una sensación de levedad, de ligereza. Reconocés una voz lejana. Una voz que viene como de otra habitación. Escuchás una melodía. Seguís medio dormido y te das cuenta de que lo que reconocés es una canción. Una canción que cantabas con ella. Bueno, que ella cantaba y vos tocabas en la guitarra. Y te acordás, empezás a recordar cosas. Los primeros besos en Barrancas de Belgrano. Los paseos, los viajes. Todos los planes que murieron en la nada. Pero no vas a escribir la historia de lo que pudo haber sido. Y ya no quedan recuerdos que no duelan. Volvés a llenar el vaso, y cuando la canción termina apagás la radio, te secás los ojos y te vas a dormir.

1 comentario:

FloR.- dijo...

creo que sobre esto no puedo decir nada..

ah si.. que sos demasiado joven para fumar esos cigarrillos espantosos...

y que te bañes... please.