Uno. Primero ubiquémonos; estamos en Antigua, Guatemala. El hostel se llama "Los cinco caminos". Lo encontramos después de llegar desde Chiapas. Estamos muertos de frío, de cansancio, y de hambre. Sólo queremos un lugar para descansar. Agua caliente para el mate y una cama para dos.
Dos. Los cinco caminos es el único hostel que encontramos con habitación para dos. Ya son las once de la noche, y no da seguir buscando. Arreglamos el precio con Elina sin siquiera mirar el cuarto. El dueño, un rasta beliceño, nos aclara que las puertas no se pueden cerrar con llave y que no se da desayuno. No importa, por ocho quetzales no podemos pretender demasiado, che, le digo a Elina, y atravesamos el pasillo hasta el fondo, donde están los cuartos.
Tres. Como nucleando a los cuartos hay una especie de bar. Tiene una barra de madera, una o dos mesas en lo que sería el patio de la casa, ron Flor de Caña, cerveza Toña (la mejor cerveza de Centroamérica. Suave, ligera. Parecida a la Stella Artois, si querés). Hay gringos borrachos, una computadora donde la gente pone la música que quiere. Hay marihuana. Además, el tipo que atiende es igual a Keith Richards en Piratas del Caribe, y se hace llamar El Chill Out. El Chill Out es un tipo muy copado. Nos recibe con un vaso de Ron para cada uno, y nos dice que después de acomodarnos salgamos a tomar algo más.
Cuatro. El cuarto es poco más que una pocilga. Humedad, mugre, restos de comida sobre la cama. Dejamos las mochilas y salimos a tomar cerveza y escuchar música. Pegado al monitor de la compu hay un cartel que dice que la música que suena, suena por alguna razón. Y que la única regla del Chill Out es no sacar ninguna canción que se encuentre sonando. Se pueden agregar todas las canciones que uno quiera a la lista. Pero una vez que una canción empezó a sonar, debía dejarse hasta el final. Me pareció una regla excelente.
Cinco. Nos sentamos en la barra. Pedimos unas Toñas y fumamos porro con el Chill Out y dos turistas danesas. El ambiente es muy bueno. Realmente nos sentimos bien. Por fin logramos relajarnos después del viaje desde Chiapas. En la computadora suena Pink Floyd, Shine On You Crazy Diamond. Cierro los ojos y me dejo llevar por la guitarra de Gilmour, por las risas lunáticas de Waters, por ese blues psicodélico que desde pendejo me vuela la cabeza. Descubro nuevos sonidos en la música. Es increíble, hace más de quince años que escucho a estos tipos y cada vez descubro nuevas sonoridades. Pink Floyd es como Gardel, que cada día canta mejor. Pero no es que Pink Floyd suene mejor, sino que el que mejora es uno al escuchar. Los tipos te educan el oido, te enseñan a escuchar. Te vuelven más complejo y más apto para gozar con su complejidad, que no tiene límites. Bien por Pink Floyd, y por el gringo que puso Shine On en la lista del Real Player.
Seis. En las paredes del patio hay una serie de dibujos y pinturas. Pero hay uno en particular que me llama la atención. Es un mural, una especie de reproducción libre de la imagen de el ermitaño del tarot. Parecido en algún punto al dibujo de Zeppelin IV. Los ojos, la mirada del viejo. Muy bien lograda. El rasta beliceño nos cuenta que lo hizo un francés. Dice que fue hace dos años, cuando acababa de abrir el hostel. El tipo me pidió permiso para pintar una pared, y claro que le dije que sí. Pero le aclaré que no podría pagarle nada Dijo que con algo de vino blanco sería suficiente. Después se instaló en el patio con sus cosas y se puso a pintar. Yo pensé que haría un buen trabajo, tu sabes, algo normal. Jamás pensé que saldría con ESO.
Siete. Siento que hay algo que no encaja en esta atmósfera. Algo molesto. Me doy cuenta que es la voz de Steven Tyler que sale de los parlantes. Era obvio que había sido Elina la desubicada. Si hay algo que no es Chill Out, son los alaridos de este tipo. Me fijo en la lista de reproducción y hay cinco o seis temas de Aerosmith. Y encima después venía algo de Bon Jovi y un tema horrendo de Kiss. Terrible. La miro y le pregunto por qué ponés esto. Me dice que cuál es el problema, cada uno pone lo que quiere, siempre que cumpla con la única regla del Chill Out. Bueno, al fin y al cabo tenía razón. La culpa es del Chill Out por tener esa música en su computadora, y por tener una sola regla.
Ocho. Agarro la computadora y me pongo a investigar qué música tiene. Me sorprendo al ver bandas como Viejas Locas, Aquelarre y Massacre Palestina. El Chill Out explica que tiene la música de todo el mundo que ha pasado por el Chill Out, porque pasa los temas de los aparatos de mp3 de la gente a su computadora. Me pregunta si nosotros tenemos un reproductor de mp3 para pasarle nuestra música. Pero no, no tenemos. Dice que le gusta la música de Argentina, que le gusta el tango. Gotan Proyect, dice. Eso no es tango, pienso yo, pero bueno, le digo que sí, que a mi también. Dejo de escucharlo y elijo un par de temas de Bob Marley. Natural Mystic, Concrete Jungle, Jah Live, Burnin and Lootin. Satisfecho, le pido otro vaso de ron y me tiro en una hamaca paraguaya. Apuro el ron mientras intento abstraerme del ruido. Le doy un par de secas a un porro que Elina me trae. Cierro los ojos
Nueve. Logro dormitar un poco. Cuando despierto lo que suena es Kiss. Ya no queda nadie en el patio. Tampoco veo a Elina. El Chill Out está ordenando un poco. El rasta beliceño lo ayuda. Están en silencio, acomodando botellas y vasos y ceniceros.
Diez. Cuando termina el tema de Kiss el rasta le pregunta al Chill Out si puede cambiar that damn music. El Chill Out no responde, pero parece asentir con la cabeza. Se acerca a la computadora. Mira la lista de temas. Sonríe. No problem, it´s only Bob Marley.
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