me acuerdo que cuando era chico me llevaban a lugares donde yo no quería ir, por ejemplo la iglesia, o un restaurante por el barrio de floresta con nombre de vieja chota (tía margarita se llamaba, creo que ya no existe más). cuando uno es chico siempre "lo llevan" y se tiene que comer todo lo que le dan. es jodido a los 8, 9 años levantarse de la mesa y decir "me voy a comer a casa, este lugar es una mierda". al menos yo nunca me animé a hacerlo. tampoco me animaba a irme de la iglesia. a la iglesia me llevaban los curas del colegio principalmente, pero también iba con mamá. ella me llevaba con mi hermano y a veces también venía papá. creo que a él, a pesar de ya ser grande en aquella época, también "lo llevaba" mamá, porque a veces nos escapabamos los tres (papá, matías y yo) y nos íbamos a jugar al fútbol al parquecito que está en la entrada. pero eso solo era cuando venía papá, porque mamá no nos dejaba salir solos. y los del colegio menos que menos. nos llevaban una vez por semana a confesar nuestros pecados. a mi siempre me tocaba con el padre carlos, que tenía la costumbre de cachetear, al mejor estilo timoteo griguol, a los pecadores al abandonar el confesionario. el padre carlos me daba miedo porque hablaba raro y tenía un estilo muy dramático para dar la misa, y como a mi siempre me sentaban en los bancos de adelante, a veces me miraba a los ojos, y realmente me asustaba. también me asustaba cuando decía "tomad y bebed todos de él, porque esteselcalizdemisangre...", se creaba una tensión tan grande que me daba la sensación de que el espíritu santo haría explotar la copa de vino (¿o debería decir sangre?) sobre mi cabeza.
pero a la vez existían otros momentos en los que me vengaba, íntimamente, del padre carlos. eran situaciones ficticias. o juegos mentales que diego crea para satisfacer su juguetona imaginación, como diría la psicopedagoga que me atendía por ese entonces. como por ejemplo la parte de la misa donde el padre carlos decía "la paz esté con vosotros" y nosotros le contestábamos "y con tu espíritu". ese era un momento de éxtasis íntimo para mi porque aquella respuesta "y con tu espíritu" me sonaba exactamente igual a decirle "que te recontra". y acentuaba la ese de espíritu como se acentúa la erre de recontra, y lo miraba fijo a los ojos al padre carlos y le decía "y con tu espíritu", pero en realidad le decía "que te recontra hijo de puta". y esa puteada solitaria me hacía sentir divertido y culpable a la vez, porque "en la casa del señor no se tienen malos pensamientos".
después nos hacían volver al colegio por una puertita lateral que comunicaba directamente con el patio. era como un túnel medieval, que a mi se me hacía muy parecido a los pasillos del cementerio. de chico tenía la tendencia (y creo que todavía la conservo) a pensar que las iglesias y los cementerios son lo mismo. todos siempre en silencio, con caras de "no-la-estoy-pasando-bien-acá-y-me-quiero-ir-ya", hablando con gente que ya no existe o amigos imaginarios. nunca entendí esas cosas, y de chico mucho menos. para mi era todo como un gran chiste. siempre esperaba el momento en que llegara el remate y el cura largara una carcajada que sería el final, y todos diríamos, ok ya está. podemos ir a casa y olvidarnos de esto. pero ese remate nunca llegó, y el chiste se me está haciendo demasiado largo. el cura sigue hablando en el altar, la gente muerta sigue viviendo entre flores y recibiendo visitas de más gente muerta que va a llorar y a dejarles cartitas, y cosas. ahora me acuerdo que además de la iglesia y ese restaurante de mierda también me llevaban al cementerio a dejarle flores a la abuela julia. yo la quería a la abuela julia, pero la quería mientras vivía. después ya no pude seguir queriéndola. la extrañaba un montón, sí, pero no la quería, y eso me hacía sentir malo. papá me preguntaba "cómo no la querés más a la abuela? con todo lo que ella te quiere a vos, su nietito mayor..." y yo me sentía una basura, porque realmente no la quería. tenía ganas de correr y esconderme y llorar porque era re malo con mi abuelita. tenía ganas de volver a encontrarla y decirle "abuela te quiero", lo que hubiera sido absolutamente sincero. pero solamente lo hubiera sido si la encontraba, lo cual era imposible básicamente porque ya estaba muerta.
me acuerdo una tarde super fría de domingo la fuimos "a visitar" y matías le dejó pegada una cartita que le había escrito con ayuda de mamá y tía marta. "para mi angelito de la guarda que me cuida desde el cielo", así decía la carta. ocho años tenía yo, tenía ocho años y le dije a mamá "matías es tonto, de todos los abuelos que tenemos la única que no nos puede cuidar más es la abuela julia. cómo nos va a cuidar si ni siquiera puede jugar con nosotros ya?". mamá se sonrió pero después se tapó la cara y se puso a llorar. era la primera vez que la veía llorar, y la abracé y le dije que no llorara, que yo a ella la iba a cuidar siempre. que iba a estudiar mucho para cuando sea grande poder comprarle una casa con jardín y muchos perros porque yo no voy a tener hijos ni me voy a casar, mamá, voy a quedarme a vivir con vos y con papá en una casa grande con jardín y muchos perros. y nunca más, mamá, le dije llorando, nunca más quiero venir al cementerio.